Autora: Anne Alberro Semerena
¡Ah, las cejas! Esos arcos peludos que custodian nuestros ojos. ¿Quién no ha levantado una ceja con sorpresa o fruncido ambas con enojo? Las cejas no sólo adornan el rostro y son esenciales para la comunicación no verbal: tienen propósitos nobles, secretos capilares y, a veces, tristes caídas. Vemos algunos de ellos.
Imagina que estás corriendo en medio de una tormenta… Lluvia por todas partes, viento huracanado, ¡y tú sin paraguas! Si no tuvieras cejas tendrías que lidiar con gotas de agua y de sudor invadiendo tus ojos, pero están estratégicamente diseñadas para desviar el líquido y cualquier partícula traviesa que intente colarse en tus ojos. Con gran diseño ingenieril y peludas, son como canaletas en miniatura.
Mirada de niño, licencia CC0/Pxhere.com
Mirada enojada, licencia CC0/Pexels.com
A diferencia del cabello, las cejas siguen un ciclo de vida mucho más corto y controlado. Cada pelito crece un poquito cada día, pero rara vez supera el centímetro. Su fase de crecimiento activo dura apenas poco más de un mes; después, entra en reposo y, al cabo de un tiempo, se cae para dejar lugar a uno nuevo. ¡Por eso no terminamos con unas cortinas peludas cubriéndonos la cara!
En general, una ceja completa puede renovarse en unos cuatro o seis meses, pero dicho tiempo varía según la genética, la edad, el estado de salud y si uno las pinta, las depila o las cepilla continuamente. ¡Sí, hay cejas que se jubilan antes de tiempo!
Cuando las cejas comienzan a huir de tu cara sin previo aviso, algo puede andar mal en el reino corporal. Entre los villanos que hacen que las cejas se caigan están padecimientos como la dermatitis atópica, el estrés crónico y las deficiencias nutricionales. Así que cuídalas, no las subestimes… y si empiezan a desaparecer misteriosamente, escúchalas: tal vez están tratando de decirte algo.
Mirando, licencia CC0/Pexels.com
Perro, licencia CC0/Pexels.com
Los humanos son los únicos animales que tienen cejas. Algunos animales como lo chimpancés, los perros, los gatos o las lechuzas tienen estructuras o pelo largo que parecen cejas, pero no lo son.
Ahora hablemos de las pestañas, esas finas tiras de pelo que a veces se te meten en el ojo. No están ahí sólo para lucir bonitas, aunque sí lo hacen, ¿verdad?, sino que son como pequeños guardianes de tus ojos.
Lechuza, licencia CC0/Pexels.com
Ceja, licencia CC0/Pexels.com
Con las pestañas podemos hacer ojitos y son estructuras sensoriales ultrasensibles que detectan el más mínimo movimiento cerca del ojo: una mota de polvo, un insecto entrometido, un poco de viento y también ayudan a filtrar la intensa luz solar porque hacen sombra. Las pestañas forman un sistema de alarma que detecta cuando algo se acerca o molesta al ojo, las pestañas lo detectan primero y cierras tu párpado rápidamente.
Al igual que las cejas, las pestañas tienen un ciclo de crecimiento corto y controlado: dura alrededor de mes y medio. Si tienes pestañas largas, pueden alcanzar poco más de un centímetro antes de entrar en una fase de descanso. Luego, se caen solitas para dar paso a una nueva… ¡y claro, justo a tiempo para que pidas un deseo al soplarla!
Aunque no lo creas, en el párpado superior tenemos entre 90 y 150 pestañas, mientras que en el inferior son menos, alrededor de 70 u 80. Cada cinco o seis meses las pestañas se renuevan de forma natural y no se caen todas de golpe, por lo que los ojos siempre están protegidos.
Chimpancé, licencia CC0/Pexels.com
Aunque ese desastre es poco común, algunas de las causas más comunes son el estrés, las deficiencias nutricionales y la quimioterapia, que es un tratamiento contra el cáncer.
¿Sabías que el camello es el animal que tiene las pestañas más largas? Miden más de 5 centímetros y protegen sus ojos del viento, la arena y la intensa luz solar del desierto.
Camello, licencia CC0/Pexels.com
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